La miseria se ajusta a mis pasos,
un hombre infeliz por avaro.
Los ojos me miran adentro,
despreciando la luz desbordante.
Y me siento ruin y perdido,
cual si fuera un temor pasajero.
La tediosa y cruenta amalgama
de colores llena mi espacio.
Y no veo, pues miro sin ojos
y equivoco el sentir de mis fibras.
Apaciguo en un no mis sentidos
cuando todo está cerca plausible.
¡Seré imbécil!
Fuente de luz que te escapas,
y yo aquí sumido en mis mierdas,
desprotegido en mi sino,
perdido en silencio,
orgulloso y vacío.
Francisco Javier Ramos
Alija, 1/10/2015
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