La ribera remansa su
espíritu,
hay quien dice que el
ocaso es así:
El espectáculo se abre a
nuestros ojos,
desde el rojo al amarillo,
desde el verde al ocre,
del azul más cristalino
al gris más oscuro.
El otoño es así.
La penumbra se acoda a la
lluvia,
el sueño se acomoda junto
al fuego,
la pregancia se calienta
en el hogar
mientras la lumbre crepita
en los viejos leños...
Y tu...¿qué miras?
Te alimentas de nostalgia
sin quererlo,
descubres un recodo de tu
luz y la ves,
te reconforta mirarla así,
de lejos...
Lo que miras no eres tu,
es ese trocito de amargura
que reposa en el pasado,
que se atreve a
importunarte,
que te dice: «aún estoy
aquí».
Esas visitas no deseadas
te atormentan,
casi siempre semejan la
estulticia...
Empero, vuelven y se
arriman, ¡las puñeteras...!
Mejor lejos que a tu lado,
pero tu no las manejas.
Y retornan al ocaso,
vuelven al otoño cada
año...
El tiempo pasa, sigue su
curso implacable
nos adorna con grises y
blancos
que contrastan con los
rojos, los ocres y amarillos.
Es el tiempo, es el
otoño,
es el ocaso de la luz que
se va apagando.
Francisco
Javier Ramos Alija, 28/10/2015
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