Cabreado
e incierto desatino,
un
vuelco de torcida expectativa,
el
sentir de una bala en ti perdida
la
paciencia como virtud ya despedida,
en tu
mirada el orgullo y el oprobio.
Y me
río de tu singular pedida,
de
esa forma tan triste de dar para coger,
de
sentirse único y solo,
pues
eres hombre y no mujer,
aunque
te sientas arrogante y altivo,
no
eres más que una infortuna despedida.
Te
presiento sola y amargado,
te
veo enhiesta e inoportuna,
un
ser que no ilumina, solo abruma,
individuo
que solo quiere un poder por el poder.
Y
estás perdido y perdida e inconcreta,
te
ves triste y encarcelada.
Recelas
de todo y cada uno,
te
crees un dios y no eres nada.
Francisco
Javier Ramos Alija, 30/3/2016
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