Foncebadón

Foncebadón

jueves, 21 de abril de 2016

Y nació la pequeña



Acostumbrado a la costumbre,
no mira hacia otro sitio.

Penado en sus flaquezas,
entristece su presencia.

Recatado y trascendente,
rememora y no comparte.

En la sala acurrucado,
se contagia con sus sueños.
No mira hacia otro lado,
se reconforta en si mismo.

De repente se la encuentra,
es un don sin precedente,
un placer muy contagioso,
la ternura omnipresente.

Y la mira, y la siente,
la revisa por doquier,
cual si fuera una gardenia,
la huele, la acurruca … la siente.

Despropósito mayor
que un hombre embriagado,
celoso de su suerte,
incomparable estupidez,
la del niño malcriado,
ese ser impresentable
que quebranta con sus actos.

Y me remuevo, y no me importa,
uno está por encima de las cosas,
de esos seres que amortizan
cada ser en la peseta.

Celosos de su suerte,
que no comparten porque sienten,
que no comparten porque estorban,
que no comparten... ¡Ignorantes!

Y me río y me emociono,
también lloro.

Y resuena en mi cabeza
esa suerte de nostalgia,
ese amor omnipresente.


Francisco Javier Ramos Alija, 21/4/2016 

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