Foncebadón

Foncebadón

viernes, 22 de abril de 2016

A ella



Un lucero en la penumbra,
el imán de mi llamada,
la torrentera desmedida,
una pasión desaforada.

El retorno a lo pactado,
la caída del amigo,
su suerte y su pasado,
un sentimiento desmedido.

Y me aproximo y la encuentro,
rota y sin sentido,
perdida en su argumento,
estremecida por dentro.

La acaricio con desgana,
se aplaca ya vencida,
está triste y acobardada,
perdió de facto su valentía.

La siento y me consuelo,
ya no pido más que verla,
y al mirarla de soslayo,
me río de su impaciencia.

Pues retorna poco a poco
a sentirse viva y plena.
Quiere saberlo todo
y no puede esperarla a ella.

Compungido y descarriado,
se va olvidando el todo,
Mira siempre cual torillo
no le importa si es vaca o potro.

Desprovisto y sin empaque,
se queda adormilada,
no te creas que no puede,
solo está de siesta en madrugada.

Francisco Javier Ramos Alija, 22/4/2016


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