Foncebadón

Foncebadón

viernes, 15 de abril de 2016

Naturaleza plena



Por si acaso el ruiseñor volara,
por si acaso el ruiseñor cantara,
sin demora el jilguero escapó al instante,
lo siguieron la abubilla y el pardal.

En lo alto la sombra de sus alas,
un efecto majestuoso y simple.
Picó hacia abajo al atisbar la becada,
y de plano segó su cuello
antes de cogerla en vuelo.

Impresionados miramos la escena,
nos miramos e intuimos nuestra suerte,
la naturaleza prodigiosa en un suspiro,
el eterno correr de los cazados,
el eterno vagar de los que cazan.

Y nosotros allí, mirando,
en silencio opocopados,
sin temor y sin nostalgia,

solo mirando.


Francisco Javier Ramos Alija 15/4/2016

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