Foncebadón

Foncebadón

miércoles, 27 de abril de 2016

El propósito inservible



En la luna un solo propósito,
en el sol al menos dos,
en la noche un sueño vívido,
en el día los sueños son.

Sin cordura y con distancia,
miró encajando sus lentes,
se acercó a su liviana cara,
palpó al instante con suerte.

Tocó la tez rubicunda,
perdida en su vergüenza postrera,
aquella que el mar desagravia,
y el agua cristalina revierte.

Vida alegre y relajada,
un sentir de amor y distancia,
la sencilla luz de la farola,
el amor relajado del ausente.

Terrible postura que incomoda,
dolor de huesos y amargura.
Un poder insólito de las cosas,
la visión descarnada de la vida.

Pero soy yo quien ve sus ojos,
un amor de incompleta servidumbre,
un sentir de recíproca vileza,
la congoja y la estima espatarrada,
los silencios de quien sabe que no entienden.

Un poniente y un levante atropellados,
la censura del que siente y se retracta.
Un amor de pérdida y silencios,
una suerte de tenerte y no sentirte.

Me alegro por ti y lo sabes,
estás lejos y cerca te sostienes.
Ya no eres la misma, tu lo sabes,
estás prendida y arropada.

Francisco Javier Ramos Alija, 27 de abril de 2016


lunes, 25 de abril de 2016

Primavera




En la montaña la luz,
el silencio en la noche.

Un vigía en la mañana,
una estela persistente.

El suave y tenue sentimiento,
la nostalgia y el ensueño.

Florece y se exalta,
verdea y crece
en la austera tierra,
en el valle verde,
en la costa yerma,
en el llano inhóspito,
en la tierra misma.

Se expande y huele,
a amapola y silva,
a tomillo y prado,
a jara y azucena,
a manzanilla y mies…

El chaparrón escampa,
la tierra huele
a humedad fecunda,
a labor y sed.

Francisco Javier Ramos Alija, 25/4/2016


viernes, 22 de abril de 2016

A ella



Un lucero en la penumbra,
el imán de mi llamada,
la torrentera desmedida,
una pasión desaforada.

El retorno a lo pactado,
la caída del amigo,
su suerte y su pasado,
un sentimiento desmedido.

Y me aproximo y la encuentro,
rota y sin sentido,
perdida en su argumento,
estremecida por dentro.

La acaricio con desgana,
se aplaca ya vencida,
está triste y acobardada,
perdió de facto su valentía.

La siento y me consuelo,
ya no pido más que verla,
y al mirarla de soslayo,
me río de su impaciencia.

Pues retorna poco a poco
a sentirse viva y plena.
Quiere saberlo todo
y no puede esperarla a ella.

Compungido y descarriado,
se va olvidando el todo,
Mira siempre cual torillo
no le importa si es vaca o potro.

Desprovisto y sin empaque,
se queda adormilada,
no te creas que no puede,
solo está de siesta en madrugada.

Francisco Javier Ramos Alija, 22/4/2016


jueves, 21 de abril de 2016

Y nació la pequeña



Acostumbrado a la costumbre,
no mira hacia otro sitio.

Penado en sus flaquezas,
entristece su presencia.

Recatado y trascendente,
rememora y no comparte.

En la sala acurrucado,
se contagia con sus sueños.
No mira hacia otro lado,
se reconforta en si mismo.

De repente se la encuentra,
es un don sin precedente,
un placer muy contagioso,
la ternura omnipresente.

Y la mira, y la siente,
la revisa por doquier,
cual si fuera una gardenia,
la huele, la acurruca … la siente.

Despropósito mayor
que un hombre embriagado,
celoso de su suerte,
incomparable estupidez,
la del niño malcriado,
ese ser impresentable
que quebranta con sus actos.

Y me remuevo, y no me importa,
uno está por encima de las cosas,
de esos seres que amortizan
cada ser en la peseta.

Celosos de su suerte,
que no comparten porque sienten,
que no comparten porque estorban,
que no comparten... ¡Ignorantes!

Y me río y me emociono,
también lloro.

Y resuena en mi cabeza
esa suerte de nostalgia,
ese amor omnipresente.


Francisco Javier Ramos Alija, 21/4/2016 

lunes, 18 de abril de 2016

De la espera, hacia dentro



Y llegó, la vi sentada a la espera,
olisqueaba el ambiente sin hacerse notar,
sonrió a mi mirada y me llamó sin hablar,
la hice esperar, quería su impaciencia…

Y la vi sostenerse de puro coraje,
la mirada elevada, de duda y lamento.
Sonreí ante ella y la vi despojarse,
la sentí torbellino en dudosa frecuencia.

Y conectamos de lejos,
sus ojos de impacto
mi verbo latiendo,
y ella escuchando,
sintiéndose dentro.

Y volví a enrollarme,
de puro contento,
dije muchas cosas,
todo inconexo.

Y la vi levantarse,
la sesión acabada,
sus ojos prendados,
los míos serenos.

Y se fue susurrando,
no comprendí sus deseos,
me quedé meditando,
en el fondo era un lerdo.


Francisco Javier Ramos Alija, 18/4/2016

viernes, 15 de abril de 2016

Naturaleza plena



Por si acaso el ruiseñor volara,
por si acaso el ruiseñor cantara,
sin demora el jilguero escapó al instante,
lo siguieron la abubilla y el pardal.

En lo alto la sombra de sus alas,
un efecto majestuoso y simple.
Picó hacia abajo al atisbar la becada,
y de plano segó su cuello
antes de cogerla en vuelo.

Impresionados miramos la escena,
nos miramos e intuimos nuestra suerte,
la naturaleza prodigiosa en un suspiro,
el eterno correr de los cazados,
el eterno vagar de los que cazan.

Y nosotros allí, mirando,
en silencio opocopados,
sin temor y sin nostalgia,

solo mirando.


Francisco Javier Ramos Alija 15/4/2016

jueves, 14 de abril de 2016

Ella, fina estampa...



La mirada singular de sus ojos en los míos,
su sensual estampa,
esas formas detalladas y precisas,
su postura e impostura.

La recuerdo sublime en movimiento,
una especie de trémulo jadeo,
especial belleza, con pasión en sus adentros.

La veo hermosa, grácil y golosa,
la mirada esquiva, aun con recato para dentro.
Mi pensamiento pleno, a ella dirigido,
su mente cercana, escuchando mis sonidos,
el aura que brilla aun en la noche mas cerrada,
sus párpados cegando la luz entrometida.

Y yo mirándola, y yo sintiéndola,
y queriendo tenerla... Me consumo,
pues no hay mal en uno,
solo son años…
Yo vencido y ella impasible sin saberlo.

Tocarla, mimarla, sentirla… Es solo un deseo.


Francisco Javier Ramos Alija 14/4/2016


miércoles, 13 de abril de 2016

Una mujer imposible



La brújula en su bolsillo,
un espíritu imposible de necedad perpetua.
Su norte extraviado,
impenetrable hasta la última saliva.

Un rumor en su garganta, un desatino.
El silencio no se impone, es su destino.

Y cree que sabe y dice,
y cree que conoce, y habla,
y piensa que acompaña, y estorba.

Entristece aun sin deseo,
su desgana la lleva a un vuelo,
un estúpido y maniqueo aleteo,
que tan solo sirve cual deseo.

La mira fija en su ombligo,
en su yo impenetrable y altivo.
No ve la luz ni aunque la alumbren,
se ve a sí misma y a su culo.

Y yo le digo: «Eres imbécil»
ella me mira y se arredra,
cual si fuera un espíritu imposible.

En el fondo no hay más que podredumbre,
mujer perdida en sus miserias,
asolada, triste y desvalida,
que la ayuda la desprecia con desgana.


Francisco Javier Ramos Alija
13/4/2016