Tu mirada en mis ojos
ruboriza mi cara,
sensación que estimula,
que en si misma, embriaga.
La tensión contenida se
dispara al instante,
fluye y escapa buscando
cobijo,
encuentra un resquicio de
paz y sosiego.
A mis años me siento
perdido,
mi piel se estimula cual
adolescente sombrío.
Sin embargo me miras y
ahora te miro,
te busco en los ojos y te
veo en los míos.
Tu sonrisa me agrada,
despierta mi sino.
Te miro de nuevo y te
siento tranquila,
te veo cual lucero del bar
en su barra,
tu acompañante perdido...
Y yo en tu mirada
y tu mirada en la mía.
Tu sonrisa que crece,
que busca la mía.
Nuestra compañía
perdida,
mi mirada en la tuya,
la tuya en la mía...
Encamino mis pasos al baño
del fondo,
te sigo mirando cual bobo
perdido.
Me sigues al poco,
te siento a mi espalda.
Me vuelvo despacio,
tu mirada en la mía.
Abro la puerta, el paso lo
cedo,
me miras sonriendo,
sonriendo te miro.
Entramos al baño, te meso
los pelos
me mesas los míos.
Tu boca me embriaga,
me embriago contigo.
Ni una palabra, tan solo
el jadeo.
Nos miramos a oscuras,
nos sentimos, nos vemos.
Me dices adiós,
me siento perdido...
Salgo deprisa,
te veo en la barra,
acodado a tu lado, tu
acompañante te mira.
Y yo como un tonto paso
silbando,
mirando de reojo tu
sonrisa encendida.
Retorno a mi puesto,
te miro y me miras.
Me incitan a irme,
me voy compungido...
Mi mirada en la tuya,
tu sonrisa en la mía.
Francisco Javier Ramos Alija 15/9/15
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