Foncebadón

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martes, 29 de septiembre de 2015

Copyright

BIOGRAFIA:
LUIS MARÍA PESCETTI (1958 San Jorge, Santa Fe, Argentina). Es escritor, actor y músico. Conduce programas radiales y actúa en espectáculos para niños. Ha realizado discos con canciones infantiles humorísticas: El vampiro negro, Cassette pirata y Antología de Luis Pescetti. Entre los premios internacionales que ha recibido por sus obras, mencionamos The White Ravens, que lo obtuvo en dos oportunidades, los destacados de ALIJA, el premio Casa de las Américas y el premio Fantasía. Su amplia producción de libros para niños es reconocida en Latinoamérica y España. Sus títulos más exitosos son: Caperucita Roja (tal como se lo contaron a Jorge), Natacha, El pulpo está crudo, Frin y ¡Buenísimo Natacha!
Jorge Maronna (Bahía Blanca, Buenos Aires, 1948) es un integrante del grupo argentino de música y humor Les Luthiers. Comenzó a estudiar medicina, pero dejó la carrera poco tiempo después. Dotado de gran talento musical y excelentes dotes con los instrumentos de cuerda, además de su trabajo en Les Luthiers, debe mencionarse su trabajo como intérprete, acompañando a músicos muy prestigiosos, y la composición por encargo.


RESEÑA:
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, frente al pelotón de fusilamiento del coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde en que, al despertar de un sueño agitado, Gregorio Samsa se encontró en su cama transformado en un horrible insecto. Lucas Modim de Bastos comienza de esta manera su novela, y como todo en su vida, lo hace por casualidad. El encuentro en una librería con la bella Michelle será el motor para que nuestro protagonista se inicie en el difícil arte de la novela. Pues la bella sólo ansía una cosa: enamorarse de un hombre de letras, un novelista que la seduzca con palabras escritas... Por cumplir ese deseo un ignorante redomado como él escribirá Copyright, una novela que le llevará tan
lejos como jamás habia soñado... Mitad aprendiz de brujo, mitad caradura perezoso, descubrirá que no es tán difícil escribir teniendo cerca las grandes obras de la literatura universal. Se convertirá de esta manera en el plagiador más conocido del mundo editorial... Paralelamente, conoceremos las esperpéntica vida de Michelle y de su marido Günther, personaje siniestro que mantiene relaciones con el poder, ya sea con un presidente corrupto aficionado a orgías, con traficantes de armas que presionan al mismísimo Papa o con un científico obligado a realizar una insólita manipulación genética... Un hilarante delirio narrativo de dos lúcidos escritores que logran hacernos reír y, a la vez, reflexionar sobre el mundo en que vivimos. Una historia insólita que no deja títere con cabeza. Una disparatada e inteligente parodia sobre el poder literario, económico y político. Un libro divertido e incisivo. Que lo disfruten y, si quieren, que lo plagien. 

El inicio
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde en que, al despertar de un sueño agitado, Gregorio Samsa se encontró en su cama transformado en un horrible insecto.
Lucas se preguntó si ese comienzo tenía el gancho suficiente. Había leído que los novelistas daban especial importancia al primer párrafo. Ella debía quedar atrapada. ¿Conocería sus fuentes de inspiración? Tal vez El Quijote, pero las otras dos no le parecían igualmente famosas. Ensayó una continuación más audaz:
En otro lugar de la Mancha, Samsa escuchó asombrado las palabras de Lady Chatterley: «Espérame en tu casa del bosque. Iré con Justine, y llevaré sogas y un látigo, como a ti te gusta». Mientras tanto, el coronel Buendía hacía morisquetas a los integrantes del pelotón de fusilamiento.
Se detuvo agotado. Quiso fumar pero no encontró cigarrillos. Encendió el televisor. Comenzaba un noticiero.
Vertiginosas imágenes del mundo. Corte a pareja de conductores que comentan las declaraciones del Presidente. Corte a éste, que declara:
Desmiento categóricamente los rumores de una posible candidatura mía para una reelección; mi máximo deseo es entregar la banda presidencial a quien gane los próximos comicios.
Corte al ministro Falfaro que, indignado, señala:
¡El Presidente no se presentará a esta tercera reelección, pero está seguro de que la va a ganar!
Corte al Presidente, con cara de fastidio.
Corte a la pareja de conductores que, cambiando el ángulo de la información, comentan la extraña desaparición de la madre del célebre doctor Anastassi, investigador en biología molecular, firme candidato al Premio Nobel, lo cual…
Lucas apagó el televisor y se durmió profundamente. Soñó que su maestra de la escuela primaria, la señorita Castro, le gritaba indignada después de leer sus redacciones. Regresaban esos penosos momentos de su infancia, aunque en la pesadilla la maestra no le pegaba.
Cuando despertó, un hilo de saliva se desprendía de su boca y se derramaba plácido sobre la hoja. Se asomó a la ventana: llovía con intensidad. Su instinto creador lo impulsaba a aprovechar esta imagen de la naturaleza. Tomando hojas sueltas de la pila de fotocopias que le había traído su vecina, Amparo, buscó «Literatura y naturaleza». Leyó: «Égloga». ¿Y si escribía una égloga? Continuó: «Composición poética del género bucólico, que se caracteriza por una visión idealizada del campo». Pensó que la visión idealizada del campo la tenía, ya que nunca había pisado ninguno. Pero le sonó mal eso del «cólico», y probó otra continuación:
Una mañana, al despertar de un sueño agitado, un horrible insecto se encontró en su cueva transformado en Gregorio Samsa. Le dio muchísimo asco.
Lucas se preguntó, con inesperada profundidad: ¿cómo sabía el bicho que él era Samsa? Tal vez vivía en una cueva en casa de Samsa, y lo veía a menudo. Se sintió tentado con la posibilidad de seguir por esta puerta que abría un millón de posibilidades.
Samsa, o, mejor dicho, el bicho, recuerda que, salvo en su apariencia semihumana, sigue siendo un bicho, que pertenece a una familia de bichos; su naturaleza estaba dividida. No podía traicionarlos, por más bichos que fueran. Su parte humana le pedía pisar a esos bichos, y su parte bicho los quería salvar. Terminó dándose un golpe en un ojo.
En ese momento apareció la madre del bicho y, al verlo con la apariencia de Samsa, salió corriendo mientras gritaba «¡Socorro, un hombre!». Samsa entendió perfectamente el asco de su madre: ella también le daba asco a él. Eran lo que se dice una familia tipo. «No debo sentir vergüenza de que mi madre/hijo sea un bicho/humano» —pensaron los dos al mismo tiempo—. En ese momento, a Samsa se le cruzó una idea por la cabeza: ¡No tendría complejo de Edipo! ¡No podía tenerlo con un horrible bicho! Cargaría con la vergüenza de ser el único de su generación sin ese complejo. Aunque, por más que tuviera seis patas, ella era su madre.
A la mañana siguiente, Gregorio Samsa, después de un sueño agitado, despertó convertido en un horrible mueble para el televisor.

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