El deseo perdido en la
noche,
al alba me despierto en la
bruma,
tu hálito como un soplo
suave y apacible en el aire
me exorciza y embriaga.
Piel hermosa que enseña
su dulzor,
un bocado de experiencia
turbadora.
Apetito no saciado en la
abundancia,
el final provecto de una
mesa regalada.
Olor dulce muy cercano,
que evita el roce de mi
mano,
un terror mal asumido,
el silencio es mi guarda y
mi guarida.
Penumbra de un amanecer
incierto,
ese tiemblo impenitente
que no para.
Esa luz penetrante se
acrecienta,
mi sonrisa se vuelve
descarada.
Y salto, y grito, me
siento desgarrado,
el silencio me reporta
tras la lucha,
la nostalgia de un
lustroso pasado.
Ahora me siento pequeño,
sumido en mi ensueño te
miro y te veo lejana,
tan lejana que no puedo
llegarte,
pues mis manos en un
rictus se paran.
Francisco Javier Ramos Alija, 21/9/2015
Francisco Javier Ramos Alija, 21/9/2015
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