Foncebadón

Foncebadón

viernes, 13 de julio de 2018

Engañado


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El estío de la noche llamó a su puerta,
el manjar, otrora apetecible, tornó en miseria.
La fatiga de los años prendo en su estampa,
el fulgor de los oprobios nació en su boca.

Deslustrado, desabrido, calumniado…
deshojó la maltrecha margarita.
Rezó en silencio, recordando su infancia,
chillo con desconcierto, maldiciendo su estampa.

Y voló cual golondrina con una ala rota,
desarrapado, ultrajado y macilento no miró atrás.
El sendero estrecho del vericueto montañoso
lo llevó a las alturas imposibles de un infierno.

Y lloró cual torrentera en un invierno despechado,
soñó con muertes y matanzas a sabiendas de su suerte.
Y murió en aquel instante en que el rayo lo venció.
El cadáver aún reposa al son del silencio de aquel monte.


Francisco Javier Ramos Alija
13/7/18


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