Foncebadón

Foncebadón

martes, 18 de agosto de 2015

Epílogo a la muerte de mi padre

Cada minuto un silencio,
cada espera una mañana,
en mi pecho la esperanza
y en tu mirada el fin.

Esperando lo esperado,
cual espera interminable,
retorna lo finito a lo infinito
en un suspiro, sin lamento.

Te miro y te comprendo,
y a pesar de tu silencio
y la espera interminable,
te miro y me duele,
te miro y lloro.

Te miro y te comprendo,
mirando muy adentro.

Espero en mi inocencia,
que nuestras luces se confundan,
se engarcen y se sientan,
juntas cual si uno.

Te miro y te comprendo.
Lloro y lo lamento.

Me siento triste y confundido,
mirando en tu mirada
perdido esta mañana.
Tu silencio es mi silencio,
participo de tu calma,
de tu amor y tus deseos,
que son míos y me labran.

Me miro por la noche,
me miro en la mañana,
y hasta en la tarde al mirarme,
me veo contigo, en mí, con nosotros.

Y nosotros somos uno,
y no importan las miradas,
pues me mire quien me mire
si no ve es cosa suya.

Que en mi estamos uno,
y ese uno somos todos.






Francisco Javier Ramos Alija, 1 de Noviembre de 2005

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