Cada
minuto un silencio,
cada
espera una mañana,
en
mi pecho la esperanza
y
en tu mirada el fin.
Esperando
lo esperado,
cual
espera interminable,
retorna
lo finito a lo infinito
en
un suspiro, sin lamento.
Te
miro y te comprendo,
y
a pesar de tu silencio
y
la espera interminable,
te
miro y me duele,
te
miro y lloro.
Te
miro y te comprendo,
mirando
muy adentro.
Espero
en mi inocencia,
que
nuestras luces se confundan,
se
engarcen y se sientan,
juntas
cual si uno.
Te
miro y te comprendo.
Lloro
y lo lamento.
Me
siento triste y confundido,
mirando
en tu mirada
perdido
esta mañana.
Tu
silencio es mi silencio,
participo
de tu calma,
de
tu amor y tus deseos,
que
son míos y me labran.
Me
miro por la noche,
me
miro en la mañana,
y
hasta en la tarde al mirarme,
me
veo contigo, en mí, con nosotros.
Y
nosotros somos uno,
y
no importan las miradas,
pues
me mire quien me mire
si
no ve es cosa suya.
Que
en mi estamos uno,
y
ese uno somos todos.
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