Detenga el mundo su pujante esfuerzo,
y entre el chocar de sus pasiones locas,
hunde entre el polvo su faz,
hermanos hay que sufren denso velo,
para siempre su retina obscureció,
¡son los ciegos...!
Hombres que vuestro pecho,
helado cierzo no apresó,
vedlos sumisos al dolor llevar pacientes,
fuertes, cual las rocas
cual titanes ungidos en la aflicción,
la indigencia feroz del cruel destino…
Un alma viril, de acerado temple
ciego, joven, de amor y fé sincer.
REDENTOR que encendió dos mil hogueras
de ayuda por la extinción del pobre,
reclama vuestro apoyo, id de veras,
su nombre es, DON ANTONIO DE LAS HERAS.
Remedios de Selva y Torre
(N.T.: No aparece fechado; fé sincer: lo recojo así, porque así está escrito)