¡Rotundamente no! —así me dijo.
Perplejo, miré al horizonte,
mi vista perdida se encontró con la nada,
mi inocencia perenne tornó de color.
¡Afortunadamente, si! —me dije impasible.
El color y sus brillos atrajeron a mis ojos,
la perdida palabra sonó muy adentro.
Grité con ira a la mirada impasible
Anudé mis cordones y caminé…
A veces recuerdo aquellas palabras,
el no que sucumbe a la ira,
el si que aparece imposible…
Me digo que que hay luz en la noche,
vida en la muerte, amor en el odio…
¿Seré, acaso, de nuevo un ingenuo?
Quien sabe, tal vez esté muerto
Francisco Javier Ramos Alija
15/2/2022