En
apariencia la luz difusa no deja ver…,
la
avaricia del poderoso que, sin límites, recauda hasta vencer...
No
importa quien, no importa qué…,
tan
solo su bolsillo, su áspera y lúgubre faltriquera
que
repleta, revienta en su codicia de placer…
La
penuria del pobre no impresiona,
la
desgracia del desdichado no impresiona,
no
impresiona la guerra, la sangre o la muerte…
¡No
impresiona nada!
El
único deseo es el yo…, un yo poderoso,
ese
yo que a veces se magnifica en un nosotros muy cercano…
Los
demás no importan…
¡Dense
cuenta!
Los
demás no importan…
Tan solo un yo, un magnificente yo.
Francisco
Javier Ramos Alija
20
de marzo de 2020
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