Estoy
un poco perdido,
miro
por la ventana y no hay nadie;
me
asomo por si acaso
y al
fondo, muy al fondo
un
coche progresa lentamente por la calle.
Las
gentes se asoman a las ventanas,
la
impaciencia ahora transmuta,
la
paciencia ahora se hace imprescindible.
Esperan
a las ocho para percibirse,
para
aplaudir, para sentirse, para colegiar…
Y
dicen: «¡Sale lo mejor de nosotros…!».
Y
dicen: «¡Bendita solidaridad!».
Y
dicen: «¡Quédate en casa!».
Y
dicen tantas y tantas cosas…
Las
radios no dejan de hablar,
siempre
de lo mismo.
Las
televisiones no dejan de hablar,
siempre
de lo mismo.
Acaso
son pocas cosas…
Que
si las responsabilidades,
que
si la cárcel…,
que
si la inacción…,
¡benditos
sanitarios…!
Pobres
gentes manipuladas,
pobres
imperfectos…
La
sanidad en ruina…
Los
medios en supuestos aviones que vendrán…
¡Pobres
sanitarios!
Sin
nada, más que ellos…
Y las
televisiones y las radios a lo suyo,
¡benditos
sanitarios!
¡Pobres
sanitarios!
Solidaridad…
Hermosa
palabra.
Las
gentes se revelan a trabajar…
el
uno fabrica mascarillas,
el
otro batas…
Pero
eso es la gente…,
la
noble gente…
En el
estrado los narcisos…
Necios
políticos que representan a un pueblo harto…
¡Válgame
dios!
¿En
qué manos estamos?
Y
seguimos…
¿Qué
nos queda?
¡Válgame
dios!
¿En
qué manos estamos?
Francisco
Javier Ramos Alija
26/3/20