Lleno
de preocupaciones, repleto de incertidumbres...
Perdido
entre miserias humanas,
también
junto a la muerte… ¡Regreso!
Y
miro mi universo inestable, lo mimo.
Y
presiento su mundo intangible, lo amo.
Desnudo
descubro mis manchas,
desnuda
la veo impoluta.
Me
pregunto si el alma es posible,
pues
aunque la vida está llena de almas,
las
penas se apiñan en ellas.
Y
regreso al ruido imposible:
Penetro
en la diáfana estancia,
me
cuelo, paciente, en la espera,
me
siento con fuerzas, sin pena.
Y
aplaudo la suerte de vida,
ese
sueño perdido en la inconsciencia.
Me
siento a su vera en la escucha,
persisten
los ruidos sin ritmo…
La
esencia de una vida inconexa.
Francisco
Javier Ramos Alija, 16 de Mayo de 2017