Foncebadón

Foncebadón

martes, 25 de octubre de 2016

A ese hijo perdido



Cuando tu carne te ofende y se esconde,
cuando tu carne te ultraja y te evita,
cuando el amor se torna olvidadizo,
la furia desbordada te asalta.

La pena en cascada te atrapa,
sensación de penosa escapada.
Perder la confianza es un miedo,
el peor de los temores perdido.

Y me asomo a la ventana y te miro,
no te reconozco cercano y ligero,
te veo alejado del mundo,
escondido en las ruinas de tus mientes.

Me revelo y no puedo abrazarte,
embustero y perdido en tus sombras.
Te contagias tu solo tus miedos,
incapaz de mirar a los ojos.

Y te ves perdido en tus sueños,
unos hitos de estúpida relevancia.
Te acomodas en el seno del sexo
y no ves más allá de sus senos.

Eres un imbécil crecido,
alto y de singular belleza…
Sin embargo el aplomo te falta,
ruin y perdido en tus mierdas.

Y me siento dolido y penado,
sin el confort de tus brazos,
sin las caricias y los abrazos,
sin la sensación de tenerte a mi lado.

Francisco Javier Ramos Alija 25/10/2016


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