Foncebadón

Foncebadón

jueves, 25 de agosto de 2016

Ella es ella



El silencio me recordó su anhelo,
una suerte de cruel apariencia,
un perfecto mensaje no escrito,
la visión de una luz deslumbrante.

Y la miré de cerca,
y la sentí muy dentro.
Y me perdí en la espera,
y sufrí en silencio.

La mirada de su triste cara,
me recordó la impostada forma del deseo,
subyugado a sus talentos,
sin embargo no arrimaba a mis consuelos.

Difícil mezcla, imposible acaso,
vislumbró la luz ante mis apagadas maneras,
y comprendió al fin que su suerte estaba separada,
que su luz vigilaba en la distancia,
que no era yo su fuente de energía,
tan solo un rufián que la agostaba.

Y vio y comprendió,
encontró su aquel y su aparte,
su dios y su suerte,
el sexo en plenitud y lleno,
las caricias del amor pleno.

Y yo mirando y sintiendo alegría,
infelices aquellos que solo ven hacia si mismos.

La veo lozana, mejorada, sonriente.
Además me huye, lo siento.
Sin embargo la veo y la quiero.
Entiendo su suerte y se la deseo plena,
seguro de su chance,
embriagado con su ventura,
acaricio su figura en un sueño sonriente.

Y se acerca a mi,
ya no es la misma,
me mira con distancia,
me dice que me quiere,
sin embargo no me oprime,
está saciada.
¡Me alegro de su suerte!


Francisco Javier Ramos Alija 25/8/2016


lunes, 22 de agosto de 2016

El amor a raudales

En el silencio pleno de la noche estoy,
contigo voy y sin temor me quedo.
Apostado en tu zurrón me tienes,
sabes que el tesoro es inmenso.

Si amanece estoy contigo,
en la niebla y en la calma,
en la tormenta y en la fiesta,
junto al rayo y en la mar,
en el bosque y en tu seno...

Siempre contigo, allá donde fueres,
estés donde estés, no importa el dónde,
tampoco el porqué ni el cuando...

Yo en ti y contigo,
tu en mi y conmigo...

Somos uno con pretérito y futuro,
somos tierra y somos viento,
somos lucha sin lamento
un etéreo perfil del silencio.

El amor a raudales llega,
el amor a raudales queda,
está aquí y se percibe
tiene un sabor increíble.

Francisco Javier Ramos Alija 22/8/2016

viernes, 19 de agosto de 2016

El desvelo y yo




Que la luz te desvele,
que la sombra te cobije,
que la paz te alimente,
que el desvelo se impaciente.

A la sombra de la higuera te sigo esperando,
desnudo, sin abrigo y con suerte.
Despejo mis dudas al comprender tu ventura,
pero cansino me acomodo a la espera.

En silencio perpetuo mi lucha,
me giro en silencio y te veo:
Estás tan lozana y lejana,
que envidio tu suerte.

Y aparece el deseo, ese animal impasible.
Lo ahuyento a voces, ni se inmuta.
Lo llamo torpe y se revela.

Me miro en un espejo de agua fresca,
y al verme me reconozco otrora perdido.
Y así me pasan los días, en silencio,
ingobernable, sin rumbo.



Francisco Javier Ramos Alija 19/8/2016