La
puerta se abre y te veo,
tu
tez adornada de rojo,
escarlata
subido de tono,
mi
cuerpo desnudo te arroba…
Sutil,
tu sonrisa me alegra.
Nos
vemos cual despropósito,
yo
miro y tu miras, y vemos.
Me
acerco a la puerta y te digo:
¡Qué
guapa, estás llena de brillo!
Y tu
coloreas aun más tus mofletes,
debe
ser que te incomodo desnudo.
Mi
cuerpo te anhela al instante
y tu
te acobardas y corres…
¡No
lo entiendo!
¡Seré
un lerdo...!
Retorno
a mi lecho en silencio,
me
tumbo y escucho tus pasos,
te
acercas y contemplas mi sueño,
feliz,
sucumbo a Morfeo.
Francisco
Javier Ramos Alija 5/5/2016